En las calles de la solitaria ciudad la grisácea niebla se encargaba de camuflar los edificios y construcciones, se podía sentir el frío en la piel.
Una escarcha color zafiro pintaba los árboles y daba una sensación de nostalgia, las hojas ya habían muerto. Pobres las ramas, ahora se encuentran desnudas y sin abrigo alguno.
Sentado en una esquina, había un anciano. Su rostro estaba desfigurado por las constantes palizas que recibía de los hurtadores que solo buscaban las ganancias que el pobre hombre con mucha paciencia conseguía.
Sus ropas eran verdaderos trapos sucios mas la barba blanca le daba un aspecto de erudito, pero incluso en pleno sufrimiento, podía dibujar una sonrisa en su cara, se daba esperanza, el hombre era muy religioso y no culpaba a Dios de sus sufrimientos pues los verdaderos responsables eran los injustos que se ocultaban en la sombra.
Su mirada era triste, tanto que parecía parte del paisaje invernal, la calma y la esperanza se encontraban en sus pensamientos.
En el otro extremo de la calle estaba un hombre y le dirigía una mirada de amor, vestía el extraño una túnica blanca, tenia una barba castaña, además traía una capucha de color beige. Levanto ambas manos y al poco rato una calidez suave rodeaba el aire, era como el abrazo de una madre
El anciano se sintió triunfador y de su espalda alas plateadas salieron, dándole belleza, su alma se purifico y tomo la condición de un ángel.
2 comentarios:
¡Qué tierno!
eso...
Nunca te lo he dicho, pero eres uno de mis escritores favoritos (obviamente Ville Valo, vocavolista de H.I.M, está primero)....excepto cuando te tiras con eso del amor de pareja humano xD
Su esperanza le permitió llegar a su meta, tal como hay que tener esperanza en la humanidad, que aú no esta por completo destrozada. Me gusto el cuento, pero como siempre termina con algo religioso. ¿Porqué no publicas esa historia basada en Warcraft un día de estos? obviamente me tendrías que avisar o incluir en los créditos, recuerda que yo hice una parte.
Publicar un comentario