martes, 14 de abril de 2009

Diálogo inspirado en un juego.

Estaban ambos guerreros frente a frente. Uno de ellos lucía una armadura negra y fría como su propio corazón, endurecido por la podredumbre de sus valores a diferencia de su adversario, quien vestía humildemente, llevando en su ropaje el símbolo reconocido por todos, como la redención absoluta.
Aquel de armadura negra miró despectivamente a quien tenía al frente, pero el redentor no titubeó, sin embargo, no evitó derramar lágrimas de tristeza a causa de observar a un amigo envenenado gracias a la ambición surgida antiguamente en su alma.
Al presenciar esto el Caballero corrompido decidió terminal con el silencio y habló.

Arthas: ¿Lloras por tu enemigo? ¡Es evidente que eres débil!

Uther: Jamás te he considerado como a un enemigo.

Arthas: ¿Entonces por qué razón lloras?

Uther: Siempre será triste mirar la conversión negativa sufrida por alguien cercano.

Arthas: ¿Entonces no me matarás? Eso me facilitara las cosas.

Uther: No creas eso, mi objetivo es ser defensor de la pureza, la cual tú ensucias.

Arthas: Eres un imbécil, con tu ideología falsa no conseguirás nada.

Uther: ¿A que te refieres diciendo que es falsa?

Arthas: Es simple, por mucho tiempo creí que la luz era la verdad, pero quien me permitió ver realmente con claridad el mundo, fue la oscuridad.

Uther: Que paradójico, la oscuridad te permite ver y la luz te mantenía ciego.

Arthas: Así es, ahora comprendo que es el poder ilimitado. ¡Está sensación era mi motivo de existencia!

Uther: El poder excesivo es peligroso y puede llegar a ser perjudicial cuando no se le da un uso correcto.

Arthas: ¿Uso correcto? No digas disparates, a diferencia de ti, yo no modero mi poder, prefiero acrecentarlo hasta su máxima capacidad.

Uther: Si abusas de tu poder, serás finalmente tu quien se destruya y tu maldita ambición terminará.

Arthas: Dices eso porque temes a mi poder, ya que puede hasta ser infinito.

Uther: ¡No oses compararte con una deidad! ¿Tu vanidad también llegó a estos extremos?

Arthas: ¿Crees que es un defecto? Pues te equivocas porque en realidad son virtudes que me hacen desear más y más.

Uther: La virtud jamás será algo que vaya en contra de la humanidad y egoístamente favorezca a la maldad.

Arthas: No quiero alargar más esta plática absurda, te exterminaré ahora, comprobemos si lo que afirmas es real o no.

La lucha encarnizada ha comenzado y ambos contendientes están parejos. Arthas desgarra la pierna de Uther y de esta cae carne viva, salpicando sangre en todas direcciones. Pero Uther cura sus heridas y con su maza rompe el yelmo de su adversario, salvándose este milagrosamente. Justo cuando Uther levanta su maza, la sagaz espada maligna del caballero oscuro atraviesa su dorso, frente a esto Uther grita.

Uther: Cobarde has esperado a que este vulnerable para atacarme, no eres capaz de enfrentarme de frente.

Arthas: ¡Calla! Eres muy lento

Uther cae herido, pues no puede sostenerse con sus piernas y mira el rostro de su antiguo amigo desde el suelo y dice agónicamente.

Uther: La tierra se marchita por la sangre que pronto a de beber, mas el cielo se nubla
y derrama lágrimas de dolor, quizá sea tú padre que ha visto a su hijo adormecido en la oscuridad y que asesina por un capricho estúpido. Adiós Arthas, ojalá mueras arrepentido por el mal que has esparcido y no perezcas en los infiernos más horrorosos.

Arthas: Silencio viejo…. Seré mejor Rey de lo que fue mi padre…

Uther: Tus falacias te han de traicionar…

Muere en medio del campo de batalla mientras Arthas camina a su perdición.