domingo, 2 de diciembre de 2007

Ángel

La hierba del campo estaba cubierta por la capa de rocío y los prados se humedecían, el campesino había despertado por el rostro pálido del amanecer que cada día su gallo le anunciaba enérgicamente.

El pobre campesino con su rostro moreno efecto del duro trabajo al sol, despertaba a su mujer que era sorda, con muchos besos para animarla y empezar bien el día.

Ambos se alimentaron de la deliciosa avena caliente acompañada de un buen vaso de leche. Ya con los estómagos llenos, podían comenzar la exhaustiva jornada y la tarea del hombre era llevar unos huevos a su compradre que vivía cruzando el puente.

Su mujer se mostró preocupada, ya que el camino a la parcela del compadre era realmente peligroso y su marido estaba anciano no contaba con la misma fortaleza de años pasados.

El campesino le sonrió para que calmara su miedo. Salio de su hogar y vio una gruta a lo lejos, en señal de respeto dejo una flor en la gruta que guardaba la figura religiosa del ángel Gabriel.

Continúo su camino el campesino, con la esperanza de que completaría su misión, pero un problema oscurecería su meta. Dos criminales lo esperaban en el puente, uno de ellos corrió para darle muerte y conseguir los huevos, mientras el otro observaba.

Justo en ese instante un resplandor dorado apareció ante el ladrón, era un defensor de armaduras blancas que sostenía en sus manos una lanza de luz, al ver esto el ladrón escapo espantado y empujo a su compañero a las aguas para que lo dejara pasar.

Todos tenemos un ángel guardián que vela por nuestras almas y también se le podría llamar “conciencia”.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Esperanza

En las calles de la solitaria ciudad la grisácea niebla se encargaba de camuflar los edificios y construcciones, se podía sentir el frío en la piel.

Una escarcha color zafiro pintaba los árboles y daba una sensación de nostalgia, las hojas ya habían muerto. Pobres las ramas, ahora se encuentran desnudas y sin abrigo alguno.

Sentado en una esquina, había un anciano. Su rostro estaba desfigurado por las constantes palizas que recibía de los hurtadores que solo buscaban las ganancias que el pobre hombre con mucha paciencia conseguía.

Sus ropas eran verdaderos trapos sucios mas la barba blanca le daba un aspecto de erudito, pero incluso en pleno sufrimiento, podía dibujar una sonrisa en su cara, se daba esperanza, el hombre era muy religioso y no culpaba a Dios de sus sufrimientos pues los verdaderos responsables eran los injustos que se ocultaban en la sombra.

Su mirada era triste, tanto que parecía parte del paisaje invernal, la calma y la esperanza se encontraban en sus pensamientos.

En el otro extremo de la calle estaba un hombre y le dirigía una mirada de amor, vestía el extraño una túnica blanca, tenia una barba castaña, además traía una capucha de color beige. Levanto ambas manos y al poco rato una calidez suave rodeaba el aire, era como el abrazo de una madre

El anciano se sintió triunfador y de su espalda alas plateadas salieron, dándole belleza, su alma se purifico y tomo la condición de un ángel.